lunes, 30 de mayo de 2011

Conoce tus emociones para Expandir tu Conciencia de Salud.

Los celíacos y el reflujo gástrico.

Honestamente no se gran cosa del reflujo gástrico, se que puede deberse a distintas particularidades, sólo por leerlo en un diccionario médico, y afortunadamente no lo padezco, pero con el mayor de los respetos por ustedes, se me ocurrió dedicarle un párrafo, para contarles la historia de una persona que lo padece, que es celíaca, y que le sirvió una acotación que le hice en su momento, y a lo mejor a algún lector le sirve.
Era impresionante no poder hacer nada, estando frente a ella, por primera vez, viendo cómo tosía cada vez que hablaba, cada vez que intentaba decir algo, cada vez que terminaba de probar bocado, cada vez que quería contar algo que tenía mucha carga emocional. Le hice señas para traerle agua, le hice señas y me levanté para darle palmaditas en la espalda, si eso era lo que debía hacerse, lo cual no estaba segura, y ella me hacía señas que no... hasta que pudo explicarme que eso era un reflujo gástrico, que era algo permanente, y que era algo que algunos celíacos padecían.
Me imaginé cómo podía estudiar, dar un exámen oral en la Facultad, cómo podía estar con su novio, cómo podía trabajar, tener trato en su trabajo con las personas que vienen con distintas presentaciones... Pensé que sería muy angustiante.
De acuerdo a lo que estábamos hablando, con las muchas interrupciones que hizo ese reflujo, le pregunté si no pensaba que había algo emocional o nervioso en esa situación tan repetida. Me dijo que sí. Lentamente le fui diciendo que yo veía cómo de acuerdo a lo difícil o angustiante que fuera lo que me estaba contando, esa molestia se repetía más rápidamente, y no dejaba de toser. Le sugerí que no tenía que tolerarlo, que ella podía tomar el control, y que cuando ella sintiera que se estaba por producir el reflujo, podía decir: Basta! Ya no lo quiero!, cada vez, irían disminuyendo.
Eso sumado a otras cosas, planear cosas que venía postergando, sentirse mejor con ella misma, elaborar cierto duelo al que se venía resistiendo, le dio mayor confianza y seguridad con aquello que no quería para sí, y poco tiempo después realmente podía sostener una conversación o comer con toda naturalidad y armonía.

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